Algunas recetas son ideales para degustarlas en cualquier momento del día, este pastel salado es una de ellas.

Es perfecta para un almuerzo, cena, pic nic o hasta para un aperitivo.  Es verdaderamente fácil de realizar y lo mejor es que podemos duplicar la dosis para realizar dos e incluso la podemos hasta congelar.

Iniciamos lavando muy bien la zanahoria y la rallamos.  Dejamos aparte.

Lavamos los calabacines y cortamos 1 y ½ en cubitos, el restante lo cortamos en rodajas, dejamos aparte.

Picamos finamente la ½ cebolla. Dejamos aparte.

Vertemos un par de cucharadas de aceite extra virgen de oliva en un sartén u olla mediana; sofreímos la cebolla, cuando está transparente, incorporamos los cubitos de calabacines, espolvoreamos un poquito de sal y una pizca de pimienta.

Cocinamos por 10 minutos, los calabacines deben estar cocinados pero enteros.  Retiramos del fuego y dejamos enfriar.

Mientras tanto, cortamos las aceitunas en rodajitas, dejamos aparte.

 En un recipiente grande, cernimos las dos harinas y el cremor tártaro.

Incorporamos el orégano y la sal, revolvemos bien.

Vertemos lentamente la leche vegetal y vamos mezclando para que no se formen grumos; también el aceite de girasol y la cucharada de vinagre, revolvemos hasta que obtengamos un compuesto homogéneo.

Incorporamos los calabacines ya fríos, las aceitunas y las zanahorias crudas.

Mezclamos hasta que todo esté bien incorporado.

Precalentamos el horno a 180°C (350°F).

Tomamos un trozo de papel encerado, lo mojamos para que sea más fácil acomodarlo en el molde.

Vertemos el compuesto y colocamos las rodajitas de calabacines que teníamos aparte.

Horneamos por 45-60 minutos, hacemos la prueba del palillo para verificar su cocción.

Retiramos del horno y dejamos dentro el molde por unos 15 minutos, desmoldamos y dejamos entibiar.

Lo servimos tibio o frío, es exquisito igualmente; lo podemos acompañar con una crema vegetal, con un hummus o así solito es exquisito.

¡Buen provecho!