Receta de un pan que no requiere para nada esfuerzo y que la recompensa en sabor y fragancia es inmensamente gratificante.

Iniciamos disolviendo la levadura fresca en aproximadamente 300 ml de agua.  Si fuese levadura seca, este paso se omite.

Preparamos la masa metiendo en un recipiente la harina,  con la levadura disuelta y el aceite.

Si fuese levadura seca, la agregamos ya activada junto a 150ml de agua.

Mezclamos bien con una cuchara hasta que haya absorbido casi toda el agua.

A este punto, agregamos la sal y los restantes 50 ml de agua.

Mezclamos todo muy bien. Todo este procedimiento dura aproximadamente 5-10 minutos.

Una vez que todo esté bien amalgamado, cubrimos y colocamos el recipiente en la refrigeradora por 24 horas.

Transcurrido este tiempo, sacamos la masa de la refrigeradora.

Después de 24 horas se debería presentar así.

La colocamos sobre una superficie enharinada y realizamos el primer pliegue.

Realizamos el segundo pliegue, como si fuera un libro.

Hacemos 2 o 3 dobleces.

Lo giramos sobre sí mismo y lo jalamos hacia nosotros. Este procedimiento lo realizamos unas 3 o 4 veces, hasta que tengamos una “bola” perfectamente lisa.

Lo metemos en un molde muy enharinado, para que no se pegue. Se coloca con la parte más lisa adentro y la unión de la masa arriba. Si no tuviésemos un molde para pan, un recipiente grande bien enharinado estará bien.

Espolvoreamos bastante harina encima de la masa y dejamos reposar en el horno apagado, por otras 3-4 horas.

Hasta duplicar el volumen.

Precalentamos el horno a 250° C (485° F)

Terminada esta segunda fermentación, lo colocamos en la bandeja del horno cubierta de harina, volteamos el molde sobre la bandeja.

Quitamos el molde.

Llegado a temperatura, horneamos por 35-40 minutos dependiendo del tamaño de nuestra hogaza, hasta que este dorado.

¡A disfrutar del delicioso perfume de pan fresco en casa!

¡Buen provecho!