Esta receta es muy simple y me gusta mucho porque podemos hacer todas las variantes que gustemos, en este caso las realicé con pistachos, pero se pueden hacer con la fruta seca que tengamos a disposición en casa: almendras, nueces, avellanas, en fin, podemos dejar volar nuestra fantasía y crear hasta combinaciones, lo importante es que sean sin sal.

¡Manos a la obra!

Iniciamos con preparar la crema, limpiamos los pistachos y les quitamos la cáscara.

Calentamos bien un sartén anti adherente, bajamos el fuego y colocamos los pistachos, para que se entibien y así se activen sus grasas naturales.

Los colocamos en un mixer potente junto al azúcar.

Licuamos bien.

Agregamos la leche, una cucharada a la vez.

Hasta que veamos que se forme la crema. Dejamos aparte.

En un recipiente colocamos la mantequilla o la margarina y el azúcar impalpable.

Lo batimos muy bien hasta obtener una crema.

Agregamos cernidos: la harina, cacao y la vainilla; los mezclamos bien.

Cuando ya tenemos una masa lisa y homogénea, estará lista.

La envolvemos en un pedazo de papel transparente de cocina y lo colocamos en la refrigeradora por 30 – 60 minutos.

Transcurrido el tiempo de reposo, precalentamos el horno a 180° C (350° F).

Preparamos una bandeja cubierta con papel para hornear.

Tomamos pedacitos de masa y formamos bolitas del tamaño de una nuez, las aplastamos ligeramente y las algunas las pasamos sobre los pistachos picados. A otras les hacemos una hendidura delicadamente con el dedo.

Una vez realizadas todas y terminada la masa, horneamos por 16-18 minutos, sacamos y dejamos enfriar.

Cuando ya están bien frías, a las que les habíamos hecho la hendidura les colocamos la crema de pistachos azucarada.

Ahora nos podemos sentar a degustar nuestras galletas recién hechas con el cafecito de la tarde o con nuestro té favorito.

Nota:

Las podemos conservar hasta por 5 días en una lata para galletas o en un recipiente con tapa.

¡Buen provecho!