Les presento un acompañamiento o una entradita gustosa y delicada.

Facilísima de preparar, el secreto para obtener un plato perfecto es el de utilizar una cerveza muy fría y de dejar reposar la mezcla. El sabor de la cerveza no se siente una vez cocinado, pero le regala un sabor sinigual y particular.

Iniciamos cerniendo la harina en un recipiente mediano.

Vertemos la cerveza bien fría.

Mezclamos muy bien para que no se formen grumos y espolvoreamos una pizca de sal.

Cubrimos y dejamos reposar en la refrigeradora por un mínimo de 30 minutos.

Mientras la mezcla reposa, cortamos en 12 pedazos la mozzarella y la colocamos sobre un colador para que suelte los líquidos.

Limpiamos delicadamente cada una de las flores y las vamos colocando sobre una superficie.

Cortamos el tallo de cada una.

Eliminamos todo lo externo delicadamente.

Siempre con muchísimo cuidado, abrimos la flor.

Eliminamos con dos dedos el pistilo, de manera que la flor quede intacta.

Colocamos un pedazo de mozzarella dentro la flor.

Cerramos delicadamente. Girando la parte de arriba de la flor.

Repetimos el procedimiento hasta terminar las flores.

En una ollita pequeña, vertemos aceite para freír y la calentamos.

Mientras tanto, sacamos de la refrigeradora la mezcla, revolvemos bien y con la ayuda de un par de tenedores, vamos introduciendo una a una las flores, para que se empapen bien de la mezcla.

Escurrimos el exceso.

Vamos friendo máximo un par a la vez, para que no se quemen y las cuidemos apropiadamente.

Cuando esta doradita, giramos.

Repetimos el procedimiento hasta terminar las flores.

Servimos bien caliente.

¡Buen provecho!