Iniciamos por colocar en un recipiente grande las dos harinas, aproximadamente 560 ml de agua, la levadura y mezclamos ayudándonos con una cuchara, hasta que la harina haya absorbido casi todo el líquido.

Después de algunos minutos, agregamos la sal y los restantes 40 ml de agua, mezclamos bien.

Unimos a continuación el aceite.

Mezclamos hasta que toda la masa sea homogénea.

Cubrimos y dejamos reposar a temperatura ambiente por aproximadamente 2 horas, hasta que haya duplicado su volumen.

Transcurrido ese tiempo, la colocamos sobre una superficie enharinada con la harina de sémola de trigo duro.

Dividimos nuestra masa en dos.

Realizamos con cada pedazo de la masa, un rectángulo.

Realizamos primero un pliegue hacia el centro y luego la otra parte hacia el centro, de manera de realizar 3 pliegues con la masa.

Tomamos nuestra masa doblada y la “jalamos” hacia nosotros, realizamos esta operación unas 3 veces, hasta que tengamos una “bola” bien lisa.

Esta operación se realiza con cada una de las masas. A continuación, colocamos cada una en un recipiente, lo cubrimos y los colocamos en el horno apagado, pero con la luz encendida. Las dejamos reposar por 2-3 horas.

Sacamos nuestras masas fermentadas del horno y lo encendemos para precalentarlo, a 250° C (485° F).

Vertemos sobre cada bandeja un chorrito de aceite extra virgen de oliva y colocamos una de nuestras masas, alargamos desde el centro hasta los bordes con la punta de los dedos, hasta cubrir toda la superficie de la bandeja.

Vertemos y distribuimos un poco de salsa de tomate al gusto, sin exagerar, espolvoreamos un poquito de sal y pimienta. En cada masa se repite esta operación.

Horneamos por 15-20 minutos una pizza a la vez. Hasta que la veamos dorada.